A menos de 50 kilómetros, al Oriente de Bogotá, en la vereda la Victoria se encuentra Derracamandaca, una granja auto-sostenible que promete a quienes la visitan una experiencia diferente, cargada de aprendizaje. Y que como su nombre lo indica es sinónimo de pujanza y ganas de hacer las cosas bien.
El pasado fin de semana, junto a otros bloggers, tuve la ocasión de descubrirla. A una hora de Bogotá y unos minutos antes de llegar a Choachí, se encuentra el camino que conduce a este predio. Al descenso del autobús ya se comienza a percibir la paz y la belleza del entorno, después de una agradable y verde caminata de unos 15 minutos se observa el primer letrero que indica que hemos llegado.
Una vez allí, entre otras cosas, llama la atención el cuidado y el ingenio con el que cada pequeño detalle ha sido pensado y que impregna de personalidad este espacio rural, desde los costales que adornan el restaurante y al mismo tiempo hacen las veces de mosquitero, refrescan el ambiente y por supuesto delimitan a modo de cortina este punto de recepción para los visitantes.
En contados minutos hace su aparición Ricardo, el líder de la granja, quien lleno de entusiasmo y amabilidad da la bienvenida, sin perder la oportunidad para ofrecer una pequeña explicación de lo que representa el lugar, donde el 80% de todo lo que lo compone viene de allí mismo.
Antes de emprender la visita guiada por la granja, un delicioso té de canelon y papayuela, acompañado por unas rosquitas de arroz nos prepara para la caminata que está a punto de comenzar.
Con las baterías cargadas y ansiosos por descubrir todo lo que se esconde detrás de ese bello panorama campestre, inicia el recorrido.
En el camino comprendemos que allí todo ha sido hábilmente transformado para cumplir con el propósito de auto-sostenibilidad, empezando por las estancias, lo que antes era un corral ahora es un vivero, así mismo pasa con otros elementos que a diario utilizamos y que en la granja tienen el derecho a un nuevo uso, es sorprendente ver como unas simples botellas de gaseosa se han convertido en un motor dinamo casero que funciona con la corriente del agua y que ilumina unos bombillitos de led, que a su vez y en las noches atraen los insectos, para que las truchas se alimenten con ellos.
El aprovechamiento de todo lo que se produce en la granja es realmente extraordinario, el estiércol sufre su debido proceso y gracias a la ayuda de las lombrices rojas californianas se convierte en abono para los cultivos. Y cuando menciono que todo es aprovechado no exagero, el orín de las vacas también tiene su utilidad y contribuye, a través de un biodigestor de tipo taiwanes, construido por el mismo Ricardo, a la obtención de gas metano.
Como es de imaginar en la granja todo es natural, incluso los repelentes los fabrican ellos mismos para garantizar el no uso de productos químicos sobre los cultivos. En la granja además de la siembra de una amplia variedad de hortalizas como: brócoli, coliflor, acelga, remolacha, zanahoria, guatila, puerro, zukini, entre muchos otros, hay un sendero dedicado a las hierbas aromáticas.
El recorrido por la granja dura un par de horas que pasan a una velocidad increíble, un par de horas en las que Ricardo transmite parte de su valiosa experiencia y nos ayuda a tomar conciencia sobre la importancia de alimentarnos saludablemente. Terminamos reflexionando sobre cómo el ritmo de la sociedad actual nos ha ido alejando del campo y de sus beneficios.
Después de la convivencia con las diferentes especies de la granja, de encontrarnos a nuestro paso: patos, gallinas, vacas, cerdos, conejos, ovejas, cuyes, cabras y un burro con nombre de ave: Paloma, llegamos de nuevo al restaurante donde unas onces y un exquisito almuerzo nos espera, desde luego preparado con los ingredientes orgánicos producidos en la misma finca.
Para los más golosos, hay unos apetitosos postres para cerrar el día, como yogurt de guatila, mielmesabe, cuajada, arequipe…
Lo más interesante es que para disfrutar de esta valiosa experiencia no hay que alejarse mucho de Bogotá, la carretera es descongestionada y además el precio es bastante asequible, por unos 20 euros incluido un completo almuerzo y las onces se puede aprovechar de este grandioso plan, perfecto para ir en familia, en pareja o con amigos, para alejarse del caos de la capital y regresar renovados.
Otros datos prácticos de Derracamandaca, en Choachí:
- Se puede tomar un autobús que vaya hasta Choachí, la estación se encuentra cerca de la parada de transmilenio tercer milenio, cuesta menos de 3 euros el trayecto (9 mil pesos).
- Aunque el camino parece frío, una vez en la granja el clima es muy agradable. Cabe destacar que la ubicación es a 2430 metros sobre el nivel del mar.
- Para las reuniones existe un salón con capacidad para 180 personas
- La granja tiene una extensión de 10200 metros²
- Desde hace 3 años se ha comenzado la transformación de la granja y desde hace 1 año está abierta al público.
- Hay un espacio que está adaptado para hacer camping y existen planes que cubren el alojamiento por una noche, para sacar un mayor provecho de este medio rural. También se manejan precios especiales de acuerdo al número de personas que vayan.
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Una buena información, aparentemente es un lugar que vale la pena visitar. gracias por la huella
En definitiva hay que visitarlo!